Las intervenciones son claves para la preservación de la histórica iglesia y su arquitectura, que se encontraba deteriorada debido al paso del tiempo y la exposición a fenómenos externos. A principios de julio, tras un acuerdo con el cual la iglesia aporta materiales y la DGA, la tarea de trabajadores del Estado, iniciaron las obras, que se dividieron en tres etapas: arreglo provisorio en la cúpula y campanario; reparación de nervios de la cúpula e iluminación; y, por último, la constitución de un nuevo pararrayo y sistema eléctrico.

Al presente los equipos ya concluyeron la reparación de los ocho nervios que sostienen la estructura de la cúpula, y avanzan en el recambio de piezas de chapas que revisten este sector y que presentaban filtraciones. Tras estas tareas proseguirá con el replanteo de nueva instalación de iluminación, que actualmente se encuentra entre las chapas, para situarlos de manera tal que permitan un mejor mantenimiento de la cúpula en el futuro.

Una vez finalizadas las instancias anteriores, los trabajos se concentrarán en la constitución de un nuevo pararrayo para la cúpula, ya que no cuenta con uno actualmente, a lo que se sumarán tareas de instalación eléctrica.